Democracia,
encuestas y voto útil
Mtro. Paul Valdés
Las encuestas
brindan información y orientan a los ciudadanos sobre el rumbo de la campaña a
manera de una carrera, y en la actual campaña presidencial juegan un rol por
demás interesante por el número de encuestas publicadas. Personas mejor informadas pueden ayudar a consolidar el
sistema de partidos y la democracia en el país. Una ciudadanía activa puede ser
más demandante de transparencia y rendición de cuentas, condición esencial para
mejorar el sistema como un todo.
Hay quien afirma que
las campañas no tienen efectos directos en el voto, que sus efectos son
parciales e indirectos; y por otro lado hay quienes afirman que las campañas si
tienen efectos directos.
Considerando el
promedio de las encuestas publicadas, los efectos de las campañas han sido mínimos
en la intención de voto. Incluso los resultados del debate se dispersaron entre
el crecimiento del colero, la competencia por el segundo lugar, y la
consecuente estabilización del puntero, con una diferencia de entre 12 y 25
puntos, dependiendo de la forma de presentar los datos.
Sin embargo, para la
segunda mitad de la campaña, el voto útil puede favorecer cambios interesantes
en la tendencia de la campaña en la medida que algunos electores perciban que
las posibilidades de triunfo de su primera preferencia se reducen, y decidan
apoyar a su segunda preferencia. Esto no es fácil, pues requiere que la campaña
se polarice entre dos opciones, y no ocurrirá hasta que se resuelva
abiertamente el desempate del segundo lugar de la carrera presidencial.
De acuerdo a la
serie de encuestas telefónicas nacionales (www.parametro.com.mx), en la medición de abril pasado, López Obrador se ubicó como primera
opción en un escenario de voto útil (23%), seguido por Peña Nieto (19.5%), y
Vázquez Mota (16.5%). Las frases de soy panista, pero voy a apoyar a López
Obrador, o soy del PAN, pero le daré mi voto a Peña son ejemplos de este
comportamiento. A mitad de la campaña se
percibe a López Obrador más competitivo en este rubro, pero ¿40 días de campaña
le alcanzarán para desafiar al puntero de la carrera presidencial?
La actual campaña
pasará como la de mayor información en la historia del país por la creciente presencia
de medios y tecnología: internet, blogs, redes sociales. Desde Facebook y twitter hemos visto como desafían a los
medios tradicionales, y como han nacido movimientos como los de #soy132. Las
redes sociales generan multiplicidad de canales de comunicación, y una oferta
extensa de información a los votantes.
Al final de la campaña, sabremos si en este proceso se han publicado más
encuestas que en 2006 y 2000, lo más probable es que si. Paradójicamente
tenemos más información, pero, ¿como están reportando resultados?. La mayoría reportan
preferencias efectivas, asumiendo que las personas que no tienen respuesta, o
que están indecisas se reparten proporcionalmente entre los cuatro candidatos;
y ello no resulta válido en todos los casos. Si bien facilita la comunicación
de los resultados puede implicar efectos diversos como los del carro ganador o
la espiral del silencio de Noelle Neuman (la opinión de algunos puede ser inhibida
por la mayoría, por miedo a la exclusión o al aislamiento).
Por método, las encuestas electorales deben reportar preferencias brutas, de
tal manera que el público sepa cuál es el porcentaje de personas que no
contestan, o que no han decidido. Desafortunadamente no ha
sido así, buena parte de las encuestas publicadas está reportando preferencias
efectivas, con los consecuentes efectos en la opinión pública. ¿Queremos ver la
realidad, o sólo una parte de la misma?.
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