La
Salamandra y redistritación
Mtro. Paul
Valdés Cervantes
De acuerdo a los
resultados del censo 2010, el Estado de México cuenta con una población de 15
millones 176 mil habitantes. Es la entidad con mayor crecimiento en términos
absolutos a nivel nacional: 2.1 millones de habitantes más en los últimos 10
años. Este crecimiento contrasta con el del vecino Distrito Federal que cuenta
con 8.5 millones de personas, de las entidades con menores tasas de crecimiento
en el país en el mismo periodo.
Como
sociedad experimentamos una transición demográfica caracterizada por una mayor
cantidad de personas en edad de trabajar que personas dependientes como niños y
ancianos, lo que deriva en implicaciones políticas importantes: progresivamente
tenemos más personas demandantes de servicios públicos, y por supuesto de
representatividad política.
El Estado de México
refleja un crisol de movilidad y pluralidad social: ocupa el primer lugar en
términos absolutos con mayor población nacida fuera de la entidad con 5.6 millones
(37% de su población total). En general, se trata de una población mayormente en edad de ejercer sus derechos
políticos a plenitud: 70% de la población cuenta con 15 años o más.
El crecimiento demográfico y la movilidad de población
empujan la reconfiguración del territorio, y actúan como variables antecedentes
de una redistritación. El caso más reciente a nivel federal fue en 2006, y en
el Estado de México resulta inminente. Uno de los primeros pasos es el cálculo
de la población meta, que resulta de dividir a la población total según el
censo más reciente entre el número de curules disponibles.
Después de este paso, se consideran otros criterios como
la dispersión de la población, geografía, el conocimiento académico, experiencias
a nivel internacional, variables operativas y de representación política. Estos
criterios tienen como objetivo el equilibrio demográfico para evitar, en la
medida de lo posible, la subrepresentación y la sobre representación.
Uno de los casos históricos que vale la pena recordar es el de la
salamandra o gerrymandering. En 1811, el entonces Gobernador de
Massachusetts Elbridge Gerry (1744-1814), firmó una ley que reajustó los
distritos demócratas y debilitó a los federalistas, a pesar de que éstos
obtuvieron dos terceras partes de la votación efectiva. Se dice que al ver en
un mapa la forma que tenían los distritos semejaba una salamandra.
Por otro
lado, se ha promovido un "gerrymander afirmativo" que consiste en
reagrupar los distritos que contengan un porcentaje grande de electores
pertenecientes a las minorías y así se aumenten las posibilidades de triunfo de
estas y puedan estar representadas.
Este
ejemplo nos permite reflexionar sobre el debate entre la sobrerepresentación y
la sub representación política. El gerry mander se declaró anticonstitucional. Sin
embargo, en la práctica, la mayoría de los planes de redistritación reflejan
los esfuerzos de los partidos mayoritarios y minoritarios por proteger o
extender ventajas inherentes a este proceso.
Queda en manos de las autoridades locales
correspondientes cuidar los principios de legalidad, imparcialidad,
objetividad, certeza e independencia, y definir cuántos diputados tendrá el congreso
local, cuántos serán uninominales, cuántos plurinominales y cuáles serán los
criterios que definirán la redistritación.
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