Prevención
y Castigo
Mtro. Paul
Valdés
La
inseguridad continua siendo el principal problema percibido por los
mexicanos. Es un hecho que la transición
sexenal no resolverá por decreto la peor crisis de seguridad y violencia del
México moderno. Por la cantidad de decesos (alrededor de 60 mil), la crisis de
seguridad en el país supera al de las
guerras de Afganistán e Irak en el oriente medio. Resolver el problema requiere
de un diagnóstico serio, recursos y una ejecución que dará resultados
estructurales en el mediano y largo plazo.
No obstante
el cambio de enfoque es sustancial porque implica un encuadre o framing que
tiene efectos en la agenda mediática, en la agenda pública, y en la percepción
de la opinión pública. Es posible que a partir del nuevo encuadre de las
políticas contra la inseguridad de prevención del delito, rescate de espacios
públicos, y políticas sociales ayuden a reducir gradualmente al menos la
percepción de la inseguridad en el país.
El nuevo
gobierno federal ha transitado de un combate frontal a la delincuencia y el narcotráfico
a un programa nacional de prevención del delito. Sin embargo, la prevención
debe ser complementada por un sistema punitivo eficiente. El tema es que de
acuerdo a diversas fuentes como la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH), un potencial delincuente tiene el 98% de posibilidades de que el delito
que cometa quede impune, es decir solo una mínima parte (2%) de los delitos
cometidos son perseguidos y reciben un castigo por parte de la autoridad.
Por eso es
necesario profundizar en la lucha contra la inseguridad pública que incluya
prevención, disuasión, inteligencia policial y castigo. La profesionalización
de los cuerpos policiales es un asunto de la mayor importancia. De acuerdo a
México Evalúa, bajos salarios y los sistemas de control de confianza son la
causa de una alta rotación de los cuerpos de seguridad pública en el país: 40%
a nivel municipal, 21% a nivel estatal, y 10% a nivel federal. Esperemos que en
el mediano plazo, los miembros de las corporaciones principalmente en los municipios,
dejen atrás, ¡ser policías porque no les quedo de otra¡.
El foco
rojo de las primeras semanas es la aparición de delitos de alto impacto en el
centro del país como el Estado de México, y Distrito Federal, por las repercusiones
negativas para la percepción de la inseguridad.
Tal como
lo ha señalado CIDAC; secuestros, extorsiones y ejecuciones conforman los delitos
de alto impacto que detonan la percepción de la inseguridad pública. Cuando un
ciudadano promedio recibe este tipo de delitos aumenta exponencialmente la
percepción de que las cosas no marchan bien, de que eventualmente puede estar
vulnerables las libertades públicas, derechos y principalmente la seguridad
personal, y familiar.
Ante este
panorama, vale la pena reflexionar en la necesidad de acelerar el programa de
prevención del delito y del escudo centro acompañados por un aumento en la
eficacia del sistema de justicia, de la denuncia de delitos, consignación,
sentencias, y reinserción. Lo que está en juego no es poca cosa, se trata de la
percepción de la seguridad pública.
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