viernes, agosto 24, 2012

¿Como reportamos?: preferencias brutas, efectivas, o las que se ajusten a posteriori..a la medida de las circunstancias..


Ética profesional y encuestas
Paul Valdés

Para algunos, las encuestas fallaron en la pasada elección presidencial mexicana del 1 de julio, otros las defienden argumentando que las encuestas diagnostican, pero no pronostican resultados. De acuerdo a Ulises Beltrán, el promedio de error de las encuestas publicadas respecto al candidato ganador fue de 6.8, en tanto que en Estados Unidos es de .9. Lo que no sabemos es si el cálculo se basa en preferencias brutas o efectivas.

Si calculamos la diferencia entre el primero y el segundo lugar, el error aumentará. Es pertinente señalar que el riesgo de fallar en un sistema bipartidista y consolidado como el norteamericano es menor que en una democracia pluripartidista y en proceso de consolidación como la mexicana.

Lo que es un hecho, es que en 2012 se registró el mayor número de encuestas publicadas, y su impacto mediático fue mayor que en el pasado. Churchill afirmaba que la opinión pública no existe, que lo que existe es la opinión publicada. De ahí, la importancia de aplicar un estándar en materia de difusión de encuestas, el cual existe, y está aprobado por las principales asociaciones de investigación en opinión pública y mercado. Como cualquier principio, es importante conocerlo, pero resulta más importante aplicarlo.

La Asociación Americana de Investigadores de Opinión Pública (AAPOR) surgió en 1947, como una de las primeras asociaciones en la materia a nivel global. Paralelamente surgió la Asociación Mundial (WAPOR), y posteriormente ESOMAR en Europa. La asociación mexicana (AMAI) surge en 1992.

La última revisión del código de ética profesional de AAPOR se realizó en mayo de 2012. El cumplimiento de las obligaciones y principios de este código redundarán en  beneficio y credibilidad de la industria de la investigación. El código se divide en tres apartados principales. Los principios y responsabilidades están dirigidos hacia la población entrevistada, hacia los clientes, hacia el público, y hacia la profesión.

El segundo apartado contempla los principios profesionales. El tercer apartado se enfoca en los estándares para la difusión de resultados, los cuales se orientan a la difusión de la ficha técnica, y la publicación de preferencias brutas y efectivas.

Si hablamos de errores u omisiones de las encuestas, tenemos que enfocarnos en la forma de presentar resultados. La mayoría de las encuestas publicadas reportaron preferencias efectivas descontando el nivel de indecisos, lo cuál termino sobreestimando al puntero en detrimento de sus seguidores.

La opinión pública debe identificar claramente cuando se están reportando preferencias efectivas, y preferencias brutas. Un ejemplo de esto, es lo publicado en la página 43 de la revista Campaigns and elections en español de julio-agosto 2012, en donde se destacan los márgenes de diferencia entre las encuestas publicadas y los resultados oficiales sobre el candidato ganador. De los datos de las 5 encuestas, 4 de ellas presentan preferencias efectivas, y suman el 100%, y la encuestadora que resulta más precisa (con diferencia de .3 respecto al ganador) reporta preferencias brutas, pero no difunde el nivel de indefinidos, por lo que sus totales suman 86.4 puntos. Resulta evidente la necesidad de una fe de erratas en la próxima edición. ¿Hablamos de preferencias brutas, efectivas, o el ajuste a posteriori, la medida de las circunstancias?. ¿Queremos ver la realidad o solo una parte de ella?. 

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